Estoy absolutamente de acuerdo contigo. El culto al tiempo, como fórmula de lograr una productividad llevada a límites inospechados, es algo que algunos manejan sin saber que es una bomba de relojería. Hay que respetar los tiempos de latencia (tras una decisión, para meditar algo, en la espera a que se vean resultados) y desgraciadamente, en el mundo de las organizaciones focalizadas en el corto plazo, es una panacea.
Nos leemos.